Por qué necesitamos hablar de masculinidades. Apuntes de aproximación

Nuestro sistema de relaciones sociales habilita una escala de valoración jerarquizada que asigna caminos de
construcción de sentido en lógica binaria. Así, el poder social está distribuido de manera diferencial según género y segmentado según el ámbito. De esta manera, desde el sentido común todavía se identifica al ámbito público como dominio masculino y al ámbito privado como femenino.
Aunque en la actualidad pueda entreverse cierta tendencia hacia la desaprobación de la masculinidad clásica, y algunas de sus características hoy estén en crisis de legitimación social, su poder normativizador se mantiene casi intacto y sigue siendo un grave problema estructural el despliegue de violencias asociadas a este modelo.
Si bien es para celebrar que se impulsen diversas propuestas orientadas a comprometer a los varones en
iniciativas para la prevención y/o erradicación de las violencias sexistas, es preciso redoblar esfuerzos en la
búsqueda de elementos para facilitar la reflexión acerca de las principales preguntas en torno a los procesos de socialización de la masculinidad dominante, en tanto identidad de género que ocupa la máxima jerarquía en un sistema de distribución desigual del poder y el despliegue de violencias que implica dicha configuración social.